viernes, 8 de abril de 2016

5 tipos de trastornos psicóticos



5 tipos de trastornos psicóticos
























Todos los trastornos psicóticos llevan a la persona que lo padece a perder el contacto con la realidad. Es por esto por lo que las alucinaciones o delirios serán los síntomas más característicos de cualquier trastorno psicótico. Pero, ¿los delirios y las alucinaciones son exactamente lo mismo?
En primer lugar, los delirios son creencias erróneas sobre la realidad, es decir, sobre un hecho, persona u objeto. En este punto existe una distorsión extrema de lo que realmente ha sucedido. Por ejemplo, podemos “modificar” una realidad ya vivida, creyendo firmemente que ha sucedido algo que, en realidad, ocurrió de otra manera.
En segundo lugar, las alucinaciones son percepciones falsas, es decir, oímos algo, vemos o sentimos algo que en realidad no existe. Esto es algo que nuestra mente distorsiona e inventa, pues, realmente esa persona, objeto u hecho percibido no existe.
Con esta breve introducción sobre los trastornos psicóticos, vamos a abordar los más conocidos y comunes, los cuales introducen los delirios y las alucinaciones entre su sintomatología más habitual.



1. Esquizofrenia
































La esquizofrenia provoca que la persona que la sufre tenga alucinaciones y pensamientos que le aíslan del resto del mundo. Actualmente aún no existe cura, aunque sí es cierto que se puede controlar y lograr llevar una vida normal.
Pero, la esquizofrenia no se presenta de una única manera. Es por esto por lo que existen diferentes tipos de esquizofrenia descritas hasta el momento:
  • Esquizofrenia paranoide: predominan los delirios, la persona cree que los demás están en su contra.
  • Esquizofrenia hebefrénica: predominan las alteraciones emocionales, es decir, la persona ríe o llora sin motivo alguno.
  • Esquizofrenia catatónica: la persona padece una inmovilidad persistente que le impide estarse quieta.
  • Esquizofrenia indiferenciada: reúne todos los síntomas anteriores, incluso algunos pueden predominar más que otros.
  • Esquizofrenia residual: la cual aglutina algunas características residuales.
La esquizofrenia es una de las enfermedades más serias y que muchas personas sufren (al menos un 1% de la población). Para tratarla, es necesario el uso de fármacos que permitirán a la persona que la sufre disfrutar de la vida. Con esto, es necesario un control absoluto sobre la medicación y la toma adecuada de los fármacos. Solo así se podrán evitar nuevos brotes.

2. Paranoia




































La paranoia también es conocida como “trastorno delirante” y se caracteriza porque la persona tiene en su mente una o varias ideas que cree que son ciertas. Un ejemplo sería pensar que todo el mundo le está observando y que tienen un plan macabro que afecta a su persona.
En este caso, también existen algunos tipos de trastornos delirantes que tienen mucho que ver con la naturaleza del delirio. Aquí algunos de ellos:
  • Trastorno delirante persecutorio: la persona cree que está siendo perseguida continuamente.
  • Trastorno delirante erótico: la persona cree que otra persona está enamorada de ella, aunque esta no sepa, ni siquiera, de su existencia.
  • Trastorno delirante hipocondríaco: la persona cree estar enferma o sufriendo algún defecto físico que le provoca ser el blanco de todas las miradas.
  • Trastorno delirante pasional: la persona sospecha que su pareja le miente o tiene algo que esconder. Esto puede generar violencia dentro de la pareja.
Las personas que sufren este trastorno delirante no son conscientes de él, ya que todo lo que creen ver para ellos es cierto. Es por esto por lo que es tan difícil solucionar el problema y “controlarlo”, de alguna manera.







3. Trastorno psicótico breve

                 
Este tipo de psicopatía se caracteriza por presentar los mismos síntomas que un trastorno esquizofrénico. La única diferencia es que este tipo de trastorno dura tan solo unos días y, por lo general, no vuelve a afectar al paciente nunca más.
¿Por qué se puede padecer, puntualmente, este tipo de trastorno? Suele manifestarse tras un hecho muy traumático, como puede ser la muerte de un ser querido, incluso una época de gran estrés puede ser un aliciente para padecerlo.
Podríamos pensar que es una especie de evasión, pero realmente la persona cree esa realidad distorsionada que su mente ha generado a causa del trauma. Por esto, y aunque este trastorno tal y como viene se va sin dejar secuela alguna, es importante que haya un tratamiento psicológico de por medio.

4. Folie à deux o trastorno psicótico compartido























También conocido como “trastorno compartido” este tipo se caracteriza porque dos personas comparten las mismas alucinaciones y delirios al mismo tiempo. Es algo muy poco habitual y está relacionado con el estrés y el aislamiento social.
Este tipo de trastorno pueden padecerlo, sobre todo, familiares o personas que estén juntas y posean un fuerte vínculo emocional entre ellas. Un ejemplo claro fue el de las hermanas gemelas suicidas, Úrsula y Sabina Eriksson. Ambas hermanas compartían los mismos delirios y alucinaciones que las empujaban a querer suicidarse, algo que no lograron conseguir.
Si eres extremadamente sensible, te recomendamos que no veas el siguiente vídeo de estas dos hermanas:

5. Trastorno psicótico inducido por sustancias o debido a una enfermedad




Otro tipo de trastorno psicótico que puede cursar con delirios o alucinaciones puede deberse al consumo de drogas o alcohol. Los síntomas más habituales son la desorientación, las pérdidas de memoria y las alucinaciones visuales. A pesar de todo esto, los síntomas suelen durar tan solo unos días, hasta que la intoxicación por drogas remita.
Pero, hay otro tipo de trastorno que se deriva de enfermedades que escapan de nuestro alcance. Un ejemplo podría ser un tumor en el cerebro que, inevitablemente, puede afectar a que padezcamos delirios y alucinaciones. La enfermedad afecta a las funciones normales del cerebro.
Muchos de los trastornos psicóticos pueden controlarse, siempre y cuando se siga un tratamiento adaptado para cada individuo



Estos son algunos de los trastornos psicóticos con los que nos encontramos más familiarizados, aunque existen muchos otros que, simplemente, introducen algún tipo de variación, como puede ser el tiempo de durabilidad del trastorno.
A pesar de todo esto, nunca dejarán de sorprendernos la realidad de estos trastornos psicóticos, como es el caso de las gemelas suicidas. Un caso real que, sin duda alguna, impacta y deja patente la existencia de uno de los trastornos psicóticos más extraños y con menos probabilidades de padecerlo.

jueves, 7 de abril de 2016

Después de dar a luz hay una “hora sagrada” que los expertos recomiendan pero rara vez se cumple


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Después de dar a luz hay una “hora sagrada” que los expertos recomiendan pero rara vez se cumple

¿Qué prisas hay de limpiar, aplicar vacunas o medir al bebé nada más nacer?. Aunque también son procedimientos necesarios, ya habrá tiempo para esas prácticas rutinarias si el parto viene sin complicaciones, pues parece que el contacto “piel con piel” durante la primera hora de vida es fundamental, tanto para el bebé como para la madre.
Este es el argumento de la Doctora Constanza Soto Conti, médica de planta del Hospital Materno Infantil argentino Ramón Sardá, quien asegura que este ritual tiene un montón de beneficios:
“El contacto piel a piel entre la madre y su hijo estabiliza la respiración y la oxigenación del bebé, mantiene sus niveles de glucemia, estabiliza la presión arterial, reduce las hormonas del estrés, disminuye el llanto, incrementa el estado de alerta tranquila, promueve el inicio precoz de la lactancia materna y mantiene la temperatura, reduciendo el riesgo de hipotermia”.
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En esos momentos se establece lo que se conoce como impronta afectiva, que favorece el vínculo entre ambos y la instauración de la lactancia materna. La lactancia precoz, iniciada durante la primera hora de vida del pequeño, es clave para una lactancia exitosa.
zDurante las horas posteriores al nacimiento, se crea una especie de vínculo de sinergía entre ambos a través de las hormonas liberadas por la madre. Esta experimenta una descarga de oxitocina, por la que el bebé se muestra especialmente receptivo. Tanto que si se le coloca desnudo sobre el pecho de su progenitora, este repta -guiado por el olor- hasta encontrar el pecho y alimentarse.
Además, el contacto piel con piel resulta tan beneficioso que la propia Doctora Soto Conti, denomina a este tiempo “hora sagrada”. Y es que al parecer, sus efectos no son únicamente inmediatos, sino que también podrían ser a largo plazo:
“Esos minutos iniciales son un período sensible durante el cual, el estrecho contacto entre la madre y el recién nacido sano puede tener efectos positivos de largo plazo, como una mayor seguridad y mejor tolerancia a la angustia de la separación“.
El Doctor Miguel Larguía, presidente de la fundación que lleva su nombre y ex director de la Unidad de Neonatología del Hospital Ramón Sardá, apoya completamente esta idea, argumentando:
“Durante 9 meses el bebe no tiene hambre, no tiene sed, no tiene calor ni frío… La transición al mundo de estímulos que el bebé experimenta al nacer, debería ser de forma progresiva. Respetar «la hora sagrada» es entregar el bebé sano a la madre para que lo apoye sobre su pecho, piel con piel. Un procedimiento que también se puede llevar a cabo en los partos por cesárea y es probable que, en un futuro, podamos incluir prematuros, cuando no exista riesgo de hipotermia por falta de regulación de la temperatura corporal.”
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Como os comentaba, no es necesario bañar, medir, pesar, vacunar y tomarle la temperatura al bebé inmediatamente después de nacer, siempre y cuando el parto no ha tenido complicaciones. También es importante posponer el pinzamiento del cordón umbilical hasta que deje de latir. Según Larguía:
“Parte de la sangre del bebé está en la placenta. Antes se creía que para permitir que ingresara en su organismo y prevenir la anemia había que sostenerlo a la altura del útero de la madre. El médico sostenía al bebé, el cual estaba aterrado por su primera toma de contacto con la gravedad, ya que dentro del vientre materno permanecía en ingravidez. Hoy sabemos que, impulsada por las contracciones del útero, la sangre fluye perfectamente si lo ponemos sobre el pecho de su madre.
“Estamos acostumbrados a hacer, pero en ese momento tenemos que resignarnos a «no hacer». Hay que devolver los derechos que no deberíamos haberles quitado a las madres en las instituciones.

Eduardo Punset y los secretos del cerebro

Eduardo Punset y los secretos del cerebro


























Si nos hacemos preguntas sobre nosotros mismos, probablemente nos surjan muchas dudas a la hora de contestarlas: ¿el alma es el resultado de reacciones químicas y eléctricas, tan sólo? ¿el amor depende de unas meras conexiones neuronales en nuestro cerebro? ¿se puede manipular el pensamiento de otros? ¿lo que sugiere nuestro inconsciente es lo que somos?
Las respuestas a estas preguntas -y a otras muchas sobre el cerebro- son las que ha ido buscando a lo largo de su vida el divulgador Eduardo Punset. El cerebro domina toda una serie de elementos que nos caracterizan, como las emociones, los temores, los deseos. Elementos que a su vez forman parte de las complejas operaciones cerebrales que realizamos cotidianamente, por eso a día de hoy sigue estudiándose y no ha perdido el calificativo de “gran misterio”.
“Es muy probable que las mejores decisiones no sean fruto de una reflexión del cerebro sino del resultado de una emoción.”
-Eduardo Punset-




Eduardo Punset es abogado, economista y divulgador científico. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y es Máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Londres. Ha sido redactor económico de la BBC, director económico de la edición para América Latina de The Economist y economista del Fondo Monetario Internacional en Estados Unidos y Haití. A continuación, os planteamos algunas de las cuestiones más interesantes que ha abordado Punset en relación al cerebro humano.

La plasticidad del cerebro



En los últimos años se ha estudiado cómo el cerebro es capaz, durante nuestra vida, de cambiar su estructura y su configuración al ritmo de su entorno. Sarah J. Blakemore, neurocientífica de la University College London, sostiene que el cerebro sigue desarrollándose durante toda la vida y que una etapa crucial de ese desarrollo es la adolescencia, porque esta etapa representa un periodo de crisis o transición cerebral.

La adolescencia, según afirma Blakemore, es un periodo en el que la conciencia de uno mismo, la influencia de otras personas y la asunción de riesgos cambian. Durante mucho tiempo, esos cambios se asociaron a cambios hormonales, pero actualmente se ha visto que se deben también a cambios estructurales en el cerebro.
Todo lo anterior y la posibilidad de realizar resonancias cerebrales ha llevado a los científicos a pensar que con la edad las neuronas no es que dejen de crecer, sino que se ha elaborado la idea de la plasticidad del cerebro. Es decir, que la edad no supone que dejemos de aprender, sino todo lo contrario, seguimos aprendiendo y cambiando durante toda nuestra vida.


Los secretos de la memoria





























Eduardo Punset ha abordado también diferentes aspectos relacionados con la memoria, la forma que tenemos de recordar o de olvidar. Cuando dormimos nuestro cerebro no cesa de funcionar, sino que sigue trabajando, aunque no sepamos realmente en qué trabaja.
En este sentido se descubrió que la mosca del vinagre – que genéticamente, se parece mucho a los humanos – controla el sueño desde una región del cerebro que está relacionada con la memoria y el aprendizaje. Es decir, que es muy probable que durante el sueño aprenda lo que ha memorizado durante el día.


En cuanto a la memoria y sus mecanismos, un descubrimiento reciente nos demuestra como los recuerdos poco relevantes (el color de un coche aparcado en la calle o la forma de vestir de la persona con la que nos cruzamos) son borrados para que en nuestra memoria a largo plazo permanezcan otro tipo de recuerdos.
Recuerdos asociados a un objetivo relevante en la vida o en los que están implicados emociones muy intensas. El lugar en el que nos reencontramos con esa persona a la que hace tanto tiempo que no veíamos, el sitio en que dimos nuestro primer beso o el viaje más lejano que hayamos hecho.
“Para saber quiénes somos, tenemos que comprender cómo estamos conectados.”
-James Fowler-




Un ejemplo de cómo funciona la memoria y el aprendizaje lo apreciamos en los niños cuando aprenden a gatear. Cuando un niño anda a gatas, aunque no sepa caminar, aprende a orientarse y a funcionar atencionalmente simultaneando dos cosas: sus brazos y la persona o el objeto al que se dirige. Sin ese aprendizaje previo, le sería difícil aclararse con las tres dimensiones espaciales posteriormente, por eso es importante que aprenda antes a gatear.

El cerebro y el dolor físico y mental





Eduardo Punset 

se ha interesado también por la forma en que el cerebro trata el dolor físico y mental
 y sostiene que el cerebro trata con la misma deferencia o indiferencia, las experiencias mentales como los sentimientos y las físicas como la sed o el hambre. Entonces, la pregunta clave en este sentido es ¿por qué el cerebro las trata igual?
En este sentido, un equipo de científicos de la Universidad de California (Los Angeles) dirigido por H. Takahashi sugiere que existen razones evolutivas de supervivencia de la especie que explicarían dicho comportamiento.

En los mamíferos como el humano, es muy elevada la dependencia de los recién nacidos puesto que no se pueden valer por sí mismos. Tenemos una inteligencia mayor, pero dedicamos los siete primeros años de nuestra vida a aprender y a formar la imaginación.
Sin la dedicación que deriva del afecto y de los sentimientos, ningún recién nacido podría sobrevivir. En este sentido, los sentimientos sociales preceden a la cobertura de las necesidades físicas y concretas, como dar de comer, calmar la sed o proporcionar la temperatura adecuada.
Es muy discutible que sin esos sentimientos sociales pudiera darse luego la compensación física necesaria para sobrevivir. El cerebro acierta en dar a los primeros la misma prioridad que a la segunda.

“En materia de amor y desamor somos como recién nacidos toda la vida.”
-Eduardo Punset-

miércoles, 6 de abril de 2016

La imaginación, donde lo gris es multicolor



La imaginación, donde lo gris es multicolor

























Tenemos 5 años. Hemos pasado toda la tarde en nuestra caseta del jardín con unos amigos que hemos invitado, imaginación incluida. Nos lo hemos pasado pipa. Hemos jugado a los súper-héroes (nos hemos pedido a Superman, claro) y al pilla-pilla. También hemos pintado con nuestras acuarelas y nos hemos manchado un montón. Y encima de todo, ¡hemos encontrado 5 bichos, y yo me he quedado con el que se llamaba Bob! Ha sido un día genial en “Diverlandia”.
¿Recordáis esta tarde?¿No? Quizás una tarde parecida. Fue aquella tarde en la que escribimos por primera en una especie de diario. Mientras cerramos el cuaderno desgastado ya por los años, la imaginación nos lleva a aquellos mundos que solíamos crear, dejándola volar como si no pesase nada, y acabamos descubriéndonos mirando al infinito, perdidos en nuestra mente. Sí, definitivamente, la imaginación aún nos acompaña.

La imaginación nace con nosotros



La imaginación. Ese genio que acompaña a todos los seres humanos desde mucho antes de ese día en el jardín, en el momento en el que las palabras y los nombres comienzan a cobrar sentido para organizar nuestra realidad, cuando el lenguaje empieza a significa conceptos. Es en este momento en el que la imaginación surge, como una realidad paralela, permitiéndonos lecturas, opciones y verdades alternativas.
Es la imaginación la que nos ayudó a intuir la posible relación entre personas, hechos, comportamientos y causas y consecuencias. ¿Qué pasaría si el cielo fuese de fresa? ¿Y si fuese tan grande como un gigante? ¿Y qué pasaría si yo tuviese alas? Se transformó entonces en esa amiga, esa compañera y esa herramienta que decidió acompañarnos allí donde nuestro cerebro cambiase y nuestro mundo se ampliase.
Pese a que nosotros ya no estemos en ese punto, no nos resulta raro quedarnos maravillados ante la simpleza y la lógica que contienen las respuestas de los niños ante conflictos que a nosotros los adultos nos parecen irresolubles. Respuestas también que nosotros solíamos dar de pequeños, motivadas por ese arma secreta que los mayores, por alguna razón, no tenían.
Actualmente, es posible que no solo nos quedemos asombrados por su simpleza y su lógica, sino por su verdad. Esas respuestas generalmente atajan a la raíz del problema, obviando aspectos más accesorios de los mismos, ante los que nosotros los adultos nos quedamos paralizados.
Y dan con la tecla. Por lo tanto resulta lógico pensar que esa capacidad infantil de crear y de inventar todo de nuevo pueda ser empleada en su propio beneficio. Si no, ¿cómo consiguen los niños en ambientes nefastos, seguir siendo en parte niños?


Pero, ¿cómo hace la imaginación realmente su trabajo?






































Queda claro que la imaginación es la mejor de nuestras amigas durante un tiempo crucial de nuestras vidas. Pero, ¿de qué formas concretas (si es que podemos concretar a la imaginación) nos ayuda a desarrollar estos factores? Existe una amplia variedad de formas en la que la imaginación se representa, no obstante, existen dos mecanismos implicados en la mayoría:
  • El animismo. Consiste en la capacidad que la imaginación en la mente infantil tiene de atribuir personalidades, gustos, roles e historias a los objetos inanimados. El niño, a través de estas atribuciones, comienza a dar forma a su realidad. Comienza a poner en su lugar los significados y las funciones detrás de esos objetos con los que se familiariza día a día. ¿Nunca habéis visto a ningún niño saludar a una ventana? Mejor dicho, ¿no era vuestro peluche favorito vuestro confidente y amigo más íntimo?
  • El juego simbólico. Consiste en el siguiente paso al animismo. En aquella tarde en el jardín del principio, un ejemplo claro está en el “juego de los súper-heroes”. En este tipo de juego, en el que los niños asumen distintos roles, aprenden valores y normas de comportamiento. Vemos entonces como la solidaridad, las normas de comportamiento y el aprendizaje de las conductas sociales vienen de la mano de la imaginación. Además, este tipo de juego puede tomar muchas formas distintas.

En definitiva, ¿cómo podríamos pensar que la tetera más grande es la mamá de las tacitas pequeñas? ¿O lo que pasará si cuando somos súper-fuertes, pegamos a los demás chicos? La imaginación es la protagonista de un mundo mental en el que las respuestas son necesarias, y en esos momentos de crecimiento, aún todo es posible. Podemos ser héroes y villanos, papás o mamás, animales grandes o pequeños o incluso príncipes y princesas.
Y todo, absolutamente todo, está dentro de la mente de pequeñas personitas. Pero demos una vuelta de tuerca. Hemos hablado de lo potente que puede ser la imaginación en la mente del niño, y de lo maravillosa que puede ser para el desarrollo de éste. No obstante, ¿qué pasaría con la imaginación si este niño del que hablamos viviese en un ambiente negativo?

¿Adiós a la imaginación?¿Seguro?




Intuitivamente, pensamos que un niño en circunstancias adversas acabará siendo carne de la desgracia o del infortunio. Que la inocencia y la pureza del niño que imaginamos quedará mellada para siempre, sin posibilidad de recuperación. Miramos con pena y con dolor a niños que intuimos que tendrán un futuro difícil; niños callejeros, refugiados, huérfanos o “traumatizados”. Y esta reacción es absolutamente lógica y humana; no podríamos soportar que esa situación rozase siquiera a nuestros niños.
No obstante, esto nos muestra de nuevo lo alejados que llegamos a estar del mundo infantil, en el que una tetera puede ser mamá, o un súper-puñetazo puede dejarnos sin jugar por lo menos una semana.Olvidamos la potencia sanadora y mediadora que la imaginación puede tener en la mente de un niño. 
En momentos de crisis, la imaginación se alía con la capacidad plástica de la mente, bien para normalizar una situación dolorosa, o bien para comprender lo negativo de la misma, y rechazarla con todas sus fuerzas.
En un maltrato por ejemplo, sería maravilloso que el niño tuviese los medios para conocer lo negativo del mismo, pero a la vez crear una realidad en la que él mismo juega, se divierta y tome el rol que desee respecto al maltrato. Que tenga esa pequeña parcela creativa en la que no haya castigos más que los que él imponga, y así vaya construyendo poco a poco su propio esquema de valores.

En definitiva, todo esto parece obvio y teórico, pero la realidad parece siempre ser más sórdida que la imaginación y, por tanto, más dañina. No obstante existen infinidad de casos en los que la imaginación toma un rol clave en el desarrollo y el bienestar de los niños.
Situaciones de pobreza, dolor, pérdida, catástrofe, en las que, si bien nunca tendrán una infancia “normal”, siguen siendo niños. Siguen soñando, jugando, riendo y creando. Siguen transformando realidades grises en paraísos multicolor.

Las 4 personalidades de los vampiros emocionales



Las 4 personalidades de los vampiros emocionales




































A la hora de llevar a cabo un sano desarrollo personal, uno de los principales pilares que tenemos que cuidar inevitablemente es nuestro entorno: aquellas personas que deberían generar en nuestro corazón emociones positivas y buenos valores. Sin embargo, desgraciadamente no todas las personas de este entorno nos aportan experiencias positivas y lo cierto es que habitualmente entre ellas se esconden vampiros emocionales.
Los amigos que nos transmiten buenas sensaciones nos conducen a desear juntarnos con ellos ya que no nos suponen barreras ni conflictos personales a la hora de tratarles. Pero es inevitable encontrarnos, al menos en algún momento de nuestro nuestro aprendizaje, con el lado opuesto: personas que tienden a debilitar nuestro estado emocional.
Las razones por las cuales los vampiros emocionales hacen florecer las malas sensaciones en nosotros son muy variadas. Hoy te contaré cuales son las 4 personalidades vampíricas y sus principales características. Asi podrás descubrirlas, propiciando el llevar a cabo un positivo crecimiento personal en tu día a día.
“Prefiero unos pocos allegados a las malas compañías; pero deben saber ir y venir oportunamente. “
-Friedrich Nietzsche-

¿Cómo es la relación con los vampiros emocionales?






Dos conceptos son característicos dentro del comportamiento habitual de los vampiros emocionales. El principal es el tiempo, ya que para poder acercarse a la persona con la que desean crear un vínculo los vampiros emocionales necesitan constancia y ganarse su confianza. En el momento en el que gozan de su simpatía comienzan a poner en juego el segundo concepto: la proximidad. Comienzan a sacar provecho de los puntos sensibles del otro y emplearlos a su beneficio.
De ahí que no podamos gozar una buena calidad existencial cuando en nuestro círculo de confianza se encuentra una personalidad característica de los vampiros emocionales. Puede tratarse de un amigo, un familiar o incluso tu pareja. Es cierto que cuanta más confianza y proximidad existe en la relación con un vampiro emocional, más complicado es superar y combatir los efectos negativos emocionales que nos puede generar.

Personalidad negativa




El vampiro emocional con personalidad negativa tiene como principal cometido hacerte sentir “inferior a él o ella”. Para ello, todo lo que tenga que ver o provenga de ti lo compartirá como algo negativo, poniendo pegas y barreras en todo momento. Una frase característica por su parte será “no sabes hacer las cosas bien”. También se suelen mostrar contrarios y en oposición a tus opiniones personales, aunque sea consciente de que no tiene razón.
El inconveniente más importante es que si pones en duda la forma de actuar de un vampiro emocional con personalidad negativa seguramente se justifique diciendo que solo busca lo mejor para ti Después de un tiempo cerca de esta persona, te percatarás de que constantemente su forma de expresarse se basa en críticas negativas.

Personalidad víctima



El vampiro emocional de personalidad de víctima no dejará de quejarse con que todo lo que le sucede es negativo en su día a día. El vocabulario de los vampiros emocionales y su forma de verbalizar se construye bajo quejas y miedos injustificados constantes. Aunque las cosas le surjan de forma positiva, siempre tiene algo poco positivo que decir. De esta forma construye sus propios motivos para quejarse y hacerse la víctima contigo.
Un rasgo básico a tener en cuenta cuando hablamos de una persona victimista es que es complicado encontrar en ellos un sano apoyo emocional, ya que siempre le darán más importancia a su mundo y problemas por encima de los tuyos. Además, no tomará tiempo en escucharte y centrarse en qué te ocurre. Mucho menos ofrecerte una ayuda incondicional en caso de necesitarla.

Personalidad no simpática



A la hora de hablar de vampiros emocionales, estaremos hablando del estado de “no empatía”. La empatía es un componente esencial de la inteligencia interpersonal, término creado por Howard Gardner, con el que nos referimos a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
Una personalidad vampírica, dentro de sus relaciones, nos muestra que no tiene empatía debido a la acción de gestos egoístas, sin pensar si generará malestar o cualquier sentimiento negativo en su compañero. Los vampiros emocionales en ningún momento pretenderán ponerse en la situación y piel del otro, adoptando una actitud que posiblemente les lleven a eliminar de su rutina el optimismo.

Personalidad melancólica y violenta



Como te comentaba anteriormente, las acciones y gestos de los vampiros emocionales se basan en ver el mundo con el vaso medio vacío, en lugar de medio lleno. A cualquier situación les buscarán el lado poco positivo y en todo momento se mostrarán reacios a nuevas alternativas. Suelen ser personas difíciles de convencer, que en todo momento te intentarán trasladar su credo vital de “la vida no vale la pena”. 
Su propio término “vampírico” nos lo indica. Suelen tratarse de personas que al tener escasa empatía no les es complicado mostrarse sensibles antes los demás, llevando a cabo gestos violentos sin ninguna razón. Su estados emocionales básicos sobre los que construyen su día a día son el enfado, la ira y la soberbia

“Prefiero unos pocos allegados a las malas compañías. Pero deben saber ir y venir oportunamente”.
-Friedrich Nietzsche-